A veces me pongo a pensar en lo poco que escuchamos cuando nos dan un consejo que no nos gusta. Yo lo vi en directo con una compañera de piso: se puso implantes dentales y siguió fumando como si nada. Literal, la vi salir al balcón con las gasitas aún puestas, encenderse un cigarro y soplar el humo como si no pasara nada. Y yo, mirándola, pensaba: “Vale, si el dentista te ha dicho que no fumes, ¿por qué lo primero que haces es prender un cigarro?”. Supongo que es esa mezcla de costumbre, adicción y rebeldía que muchos tienen.
No lo voy a negar, yo también he fumado alguna vez en fiestas, pero nada comparado con ella. Era exagerado: después de comer, antes de dormir, nada más despertarse… y ahí estaban sus implantes recién puestos, intentando agarrarse al hueso mientras ella los castigaba con humo.
Ver eso me hizo fijarme mucho en el tema, porque quería entender qué pasa de verdad cuando alguien fuma y lleva implantes.
¿Qué probabilidad de éxito tienen los implantes dentales?
Algo que descubrí investigando es que los implantes tienen una tasa de éxito altísima. Estamos hablando de un 98%. Eso significa que prácticamente todo el mundo que se los pone, si sigue las recomendaciones básicas, consigue que se integren bien y duren años. El problema está en ese 2% que no lo logra, y ahí es donde entra el tabaco.
El proceso no es tan complicado de entender. El implante en sí es como un pequeño tornillo que se coloca en el hueso. Encima va una corona que hace de diente. Pero antes de poder usarlo de verdad, ese tornillo necesita “pegarse” bien al hueso. Eso lleva unos tres meses aproximadamente. Es como cuando plantas algo en tierra: necesita tiempo para agarrar, solo que aquí hablamos de hueso y metal. A ese proceso se le llama osteointegración.
El lío aparece porque fumar durante esos meses no solo retrasa la curación, sino que puede impedir que el implante se agarre del todo. El humo, la nicotina, todo eso hace que la sangre fluya peor por las encías y el hueso, y sin buena circulación la recuperación se vuelve mucho más lenta.
Mi compañera de piso ignoró esto. El dentista le había dicho “cuidado, nada de fumar al menos los primeros días, y mejor si lo dejas durante meses”. Ella asentía delante de él, y yo pensaba que lo había entendido. Pero al llegar a casa lo primero que hizo fue sacar el paquete. No exagero si digo que en ese momento yo ya estaba convencida de que sus implantes no tenían las mismas probabilidades de éxito que el 98% de la gente.
Lo que vi en mi compañera de piso
Los primeros días tenía la encía inflamada y se quejaba de dolor, pero aún así fumaba. Se iba al baño con la ventana abierta o al balcón y volvía con el olor a tabaco impregnado en la ropa. Yo le decía: “Oye, si el médico te ha dicho que no fumes, ¿por qué lo haces?”. Y ella respondía algo tipo: “Bah, uno al día no pasa nada”. Pero no era uno. Era cinco, seis, siete… y eso en un solo día.
Con el paso de las semanas empezó a decir que notaba los implantes raros, que tenía la sensación de que no estaban firmes del todo. Y claro, yo por dentro pensaba: “Si los estás castigando desde el minuto uno, ¿qué esperabas?”. No es que se le cayeran al mes, pero tampoco se veía que el proceso fuera tan bien como debería.
Lo más curioso es que ella misma sabía que estaba haciendo las cosas mal. Una vez me confesó que había leído que fumar era lo peor para los implantes, pero que no podía dejarlo. Y yo, viéndola, entendí que no es falta de información. Es adicción pura y dura. Y cuando esa adicción se mete en medio de un tratamiento dental tan caro y delicado, las consecuencias son evidentes.
Consecuencias del tabaco para los implantes
Fumar no solo afecta a los pulmones o al corazón, también ataca directamente a tus encías y a los implantes.
Primero, los fumadores cicatrizan mucho más lento. Si un no fumador tarda “X” tiempo en recuperarse de la cirugía, un fumador tarda bastante más. La nicotina y las sustancias del tabaco hacen que la sangre fluya peor, lo que significa menos oxígeno y nutrientes llegando a la zona donde está el implante. Sin buena sangre, no hay buena cicatrización.
Segundo, fumar afecta al hueso. Parece una tontería, pero el tabaco se relaciona con menor absorción de calcio, así que los huesos de los fumadores suelen ser menos fuertes. Y claro, si el hueso no tiene la calidad suficiente, agarrar el implante se vuelve mucho más complicado.
Tercero, aumenta el riesgo de infecciones. El humo cambia la flora bacteriana de la boca, y eso se traduce en más probabilidades de inflamación, infección o incluso rechazo del implante.
En este punto quiero meter algo que me llamó mucho la atención. La empresa HQ Tenerife, que se dedica al tema dental, explicaba que el tabaco también trastorna la circulación en las encías y en el hueso, así que el tejido se debilita más y aumenta el riesgo de perder dientes o de que los implantes no aguanten. Su consejo era claro: si ya eres fumador y te vas a poner implantes, como mínimo reduce la cantidad y evita fumar en los primeros meses.
Cuando juntas todo esto, entiendes por qué el 98% de éxito baja muchísimo en los fumadores. No es que el implante sea malo, es que el cuerpo no puede hacer su trabajo si lo bombardeas con humo cada pocas horas.
¿Merece la pena gastar tanto dinero para luego fumar?
Este es un punto que yo no dejaba de pensar cada vez que veía a mi compañera encender un cigarro. Ponerse implantes no es barato. Hablamos de cientos o incluso miles de euros, dependiendo de cuántos necesites. Entonces, ¿qué sentido tiene pagar esa cantidad y luego arruinarlo por no poder dejar de fumar, al menos durante un tiempo?
Yo lo veía así: es como comprarte unas zapatillas carísimas y salir a correr con ellas en un campo lleno de barro y piedras. No tiene lógica. Pero claro, con el tabaco no es cuestión de lógica, es cuestión de dependencia.
En mi casa hubo un día que hasta discutimos por esto. Yo le decía que al menos intentara reducir, que lo pensara como una inversión en su salud y en su dinero. Ella me respondía que era fácil hablar porque yo no fumaba. Y seguramente tenía razón. Pero aun así, no me entra en la cabeza cómo alguien puede arriesgar tanto por no dejar algo que, al final, solo trae problemas.
¿Se puede fumar después de que los implantes ya estén firmes?
He escuchado a fumadores decir que “solo hay que esperar unos meses y luego ya puedes fumar sin problema”. Pero lo que descubrí es que incluso después de que el implante se haya integrado, fumar sigue siendo un riesgo.
¿Por qué? Porque el tabaco no deja de dañar las encías y el hueso. Y un implante, aunque esté integrado, necesita un entorno sano para mantenerse. Si las encías se inflaman o el hueso se debilita, el implante puede perderse incluso años después.
Así que sí, es verdad que los primeros meses son críticos. Pero no significa que después fumar sea seguro. Lo que pasa es que los efectos negativos se acumulan y tarde o temprano pasan factura.
Mi compañera me decía que iba a “compensar” cuidándose más la boca, lavándose mejor los dientes y usando enjuague. Y sí, esas cosas ayudan, pero no borran el daño del tabaco. Es como poner un parche pequeño en un agujero grande: no basta.
¿Dejar de fumar o seguir arriesgando?
No voy a ponerme en plan moralista porque sé que dejar de fumar no es nada fácil. Lo vi con mi compañera: quería hacerlo, pero no podía. Lo que sí creo es que si te vas a poner implantes, deberías plantearte muy en serio hacer el esfuerzo.
No hace falta dejarlo de golpe para siempre (aunque sería lo ideal), pero al menos darle un respiro a tu cuerpo esos primeros meses. Darle la oportunidad de sanar, de agarrar bien los implantes. Porque si no lo haces, lo más probable es que acabes gastando dinero, sufriendo molestias y encima sin obtener el resultado que esperabas.
He leído que hay gente que aprovecha el momento de ponerse implantes como excusa para dejar el tabaco. Como si fuera una motivación extra: ya que vas a mejorar tu boca, aprovechas y mejoras tu salud en general. No digo que sea fácil, pero sí me parece una buena idea.
Pensarlo dos veces antes de encender el cigarro
Después de ver lo que pasó con mi compañera y de informarme, tengo clarísimo algo: fumar con implantes es casi como jugar con fuego. No quiero sonar dramática, pero es la realidad. Puedes tener suerte y que no pase nada, pero lo más normal es que el tabaco te juegue en contra.
Yo lo viví de cerca y sé que no sirve de nada repetir consejos si la persona no está lista para escucharlos. Pero también creo que contar estas experiencias puede hacer que alguien se lo piense dos veces antes de encender ese cigarro justo después de ponerse un implante.
Si te has gastado tanto dinero, si has pasado por la cirugía, si quieres que tu sonrisa dure, lo mínimo es darle a tu cuerpo una oportunidad real de curarse. El tabaco no ayuda en nada. Y aunque no quieras dejarlo del todo, al menos dale una tregua durante esos meses críticos. Puede marcar la diferencia entre éxito y fracaso.