Llega el verano, el sol, la playa, las vacaciones y todo es bonito y de color de rosa ¿verdad? Pues va a ser que no. Vivo en una muy húmeda y el calor que sufrimos aquí es pegajoso, agobiante, se mete en los huesos, horrible. Así que para mí, el sinónimo del verano es agobio. Si me hablas de primavera ya es otra cosa pero ¿verano? ¿Agosto? Que lo saquen del calendario por favor. El aire acondicionado me pone enferma, literalmente, y los ventiladores, cuando estamos a 38 grados, no hacen nada porque el aire que te echan encima es lo mismo que abrir un horno y meter la cabeza dentro. Este año he optado por invertir mis ahorros en ventabria.com, para ver si con unas buenas ventanas tengo más suerte.
La idea es instalar ventanas de PVC en toda la casa para intentar evitar así que el calor agobiante entre en la casa. Y es que ya no es tanto intentar enfriar el ambiente como intentar que no se recaliente. Me recomendaron Ventabria tanto por precio como pos su equipo profesional y materiales y aunque no me decidí por esta empresa a la primera de cambio ya que estuve mirando muchísimo, al final caí del burro porque entre que me la recomendaban unos amigos que estaban muy contentos con el trabajo que le hicieron y que los sitios donde pedí presupuesto se pasaban una barbaridad lo mejor era Ventabria, con diferencia.
Las ventanas de PVC protegen tanto del frío como del calor y hay estudios que aseguran que con ellas se puede llegar a ahorrar hasta un 80% en climatización al año (calefacción en invierno y aire acondicionado en verano) así que me parece una buena inversión, sobre todo para alguien como yo que no uso el aire acondicionado casi nunca, salvo momentos de asfixia total. Puede que, en todo el verano, enchufe el aire acondicionado un par de veces y es sólo en esa semana de finales de julio o principios de agosto que en mi ciudad podemos alcanzar los 40 grados centígrados con una humedad del 60 o 70 por ciento, pero ya está.
Razones para no poner el aire acondicionado
Además, no poner al aire acondicionado no es una manía mía o un modo de ahorro energético, no, es que no es bueno para la salud y hay muchas razones para no usarlo.
- Como ya hemos dicho es malo para la salud. Dentro de sus tubos de instalación las bacterias y los virus se montan la fiesta de la espuma y luego es muy sencillo que enfermemos por su culpa al respirarlas pero, sobre todo, el aire acondicionado es malo porque tendemos a ponerlo a temperaturas poco razonables y pasamos de los 35 grados que puedan hacer en la calle a los 22 que tenemos en casa y eso, es una auténtica barbaridad.
- Perjudica el medio ambiente. Consumen muchísima energía eléctrica y emiten una cantidad de CO2 desmesurada a la atmósfera. Un estudio de Ecologistas en Acción demostró en 2011 que el uso sistemático de los climatizadores puede aumentar la temperatura del planeta en 1,5 grados o incluso dos.
- Es muy caro. Por el mismo motivo que son malísimos para el medio ambiente también lo son para nuestro bolsillo: consumen tanta energía que la factura de la luz sube como la espuma.
- Ruido, sobre todo para los vecinos. Normalmente los aparatos de aire acondicionado se encuentran en el exterior de las viviendas y hacen un ruido impresionante. En verano, los que no tienen aire acondicionado o no les gusta usarlo, abren las ventanas de par en par buscando un poco de corriente y al final lo que tienen es una contaminación acústica dentro de casa por culpa de los aparatos de aire acondicionado de los vecinos impresionante.
- Piensa tus abuelos. Ellos no tenían aire acondicionado y sobrevivieron ¿verdad? Así que… ¿por qué no íbamos a poder hacerlo nosotros? No es para tanto.
- Existen alternativas: el ventilador, unas buenas ventanas que aíslen bien, un abanico, abstenerse de hacer ejercicio físico en las horas fuertes de calor, bebes mucho líquido, etc.
No es una solución. Pensadlo bien: si cuánto más lo usamos más incrementamos la temperatura del planeta y no paramos de usarlo al final esto se va a convertir en el infierno. Esto convierte al aire acondicionado en un arreglo momentáneo al calor que perjudica a la larga más que otra cosa, es decir, un apaño ahora para una agonía del mañana.