No son pocas las veces que me preguntan cómo di con el estilo de decoración que definiría la identidad de mi cadena de restaurantes.
Nunca he estudiado interiorismo, pero siempre he tenido un talento y sensibilidad especial para decorar una estancia, así como para sacarle el máximo partido a un espacio y convertirlo en un lugar de ensueño.
Me encanta el arte y poder combinar diferentes estilos para crear algo nuevo, la decoración de interiores siempre me ha resultado una afición especial en la que podía dejar volar mi imaginación y la niña que llevo dentro.
Empecé decorando pequeños proyectos, ayudando a amigos con sus hogares y espacios de trabajo y terminé ayudando a decorar restaurantes.
No tardaría en pensar en abrir el mío propio, uno en el que pudiera expresarme libremente y en el que se reunieran mis gustos, intereses y experiencias.
Puede que una de mis principales fuentes de inspiración sean los viajes. En cada viaje descubro un nuevo estilo, una nueva tendencia, una forma diferente de hacer las cosas. Cada cultura, cada estilo arquitectónico, la forma de integrar lo antiguo y lo moderno…
Son tantas las posibilidades que, terminas dándote cuenta, que todo consiste en saber combinar estos elementos para expresar emociones y sensaciones a través de un espacio.
Descubriendo la Inspiración Vintage en Decoración
Años atrás estaba obsesionada con las vanguardias y las tendencias más actuales, sin embargo, fue al visitar el hotel Mercer Sevilla de la cadena Mercer Hoteles cuando se hizo la magia.
Alojarme en ese hotel fue una experiencia que me inspiraría y abriría al que es mi absoluta pasión, el estilo vintage.
Y es que la arquitectura del hotel se enmarca en un bello palacete burgués que data de 1880 y del que se han conservado elementos originales como la fachada clásica, la estructura en torno a un patio central típico andaluz y una elegante escalinata de mármol. La arquitectura de Sevilla es un reflejo de su rica historia.
El interiorismo se respira en cada esquina del hotel. Tanto en el mobiliario como en la decoración cuidada, y todo pesado hasta el mínimo detalle. Una elegancia discreta y atemporal que te hace respirar una calma y tranquilidad envidiables.
Esa era la sensación que quería inspirar, esa calma, esa calidad en el espacio donde cada elemento está muy pensado y, al tiempo, da sensación de total naturalidad.
Fue a raíz de ese viaje que empecé a interesarme por coleccionar muchos objetos vintage, así como una especial predilección por cierta tendencia victoriana, sobre todo en las lámparas.
Siempre me ha gustado la era victoriana, con esa llamada al progreso. Una época tan influenciada por los avances en la industria y la tecnología que tuvieron una gran repercusión en la arquitectura.
En este sentido, como ejemplo de espacio que conjuga lo vintage, moderno y victoriano está Bills, una de las mejores franquicias de restaurantes del Reino Unido, nacida en un pequeño pueblo al suroeste de Inglaterra llamado Lewes.
En poco tiempo su éxito le llevó a abrir 20 restaurantes en Brighton. Hoy en día cuenta con más de 25 restaurantes, 10 de ellos en Londres.
La clave de su éxito es, precisamente, haber conseguido crear un ambiente informal, una carta de calidad y todo a un precio razonable.
Su proyecto de interiorismo y respeto por la conservación de la singularidad de sus edificios donde sus elementos comunes son los techos altos, estructuras vistas y materiales recuperados.
Espacios todos ellos plagados de antigüedades, viejos sillones, candelabros, espejos que se aúnan a la perfección con la singular madera en bruto de sus mesas, las sillas de aluminio, el diseño francés y las glamurosas lámparas de araña que aporta al conjunto ese estilo entre victoriano y vintage que tanto me gusta y que se convirtió en una clara inspiración del estilo con el que decoraría mi propia cadena de restaurantes.